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      Pobre ese niño, que feliz jugueteaba; 
      los ojos de estos otros
      clávanse en la garganta
      de ese espejo que arrastra
      sombras y raíces en sus aguas.
      En la envolvente masa
      alzó la mano
      para hundirse hasta Dios sabe.
      ...Y después de la culpa,
      los sollozos.
      El funeral espejo de lo cierto.
      La vida es eso:
      Muerte.
      La vida es eso. Sueño.
      La muerte está conmigo, desde siempre.

       
        Incluido en Las ráfagas; tomado de
Obra poética. La Habana, Ediciones Unión, 2004, pp.137-138.

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