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Una comedia modernista (Pisto manchego, 25 de marzo de 1924)

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Una comedia modernista (Pisto manchego, 25 de marzo de 1924)

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LUGAR DE LA ESCENA: Una habitación del Hotel Habana.

PERSONAJES: Un Presidente, un Senador y nueve Vocales, todos con carácter provisional y en actitud de celebrar sesión.

ÚTILES: Una hermosa lámpara comprada en la Casa Mendía; varios libros de la Casa Pancho Bueno, pluma, papel y tinta. En el fondo un cartel con este letrero: M. Zabalo. Trabajos en cemento.

ESCENA ÚNICA

EL PRESIDENTE: Como ésta es la primera vez que nos reunimos, no hay acta, y como no hay acta, no se lee. ¿Qué acuerdan ustedes?

VARIAS VOCES: ¡Que no se lea!

EL PRESIDENTE: Acordado.

(Extrae de uno de sus bolsillos una hermosa crema de Pardo y la enciende. Aspira con sabia delectación el humo delicioso, y después de sacudir con premura la ceniza que ha manchado levemente su traje blanco, hecho por Leoncio Barrios y símbolo de su autoridad, vuelve a decir:)

SEÑORES: Ante todo, permitidme que os felicite por dos cosas: la primera, porque, como he podido observar, todos fumáis los agradables y bien hechos cigarros de Calixto López; y la segunda, porque demostráis ser ciudadanos conscientes, caracteres cívicos, cubanos dignos que, COMO UN SOLO HOMBRE, habéis acudido al llamamiento de la justicia, de la honradez y de la democracia. (Aplausos de los Vocales y pausa del Presidente. Después prosigue:)

Os he llamado, dignos compañeros, para deciros que miro con profundo sentimiento los numerosos banquetes que en Cuba se celebran. No creáis, empero, que soy contrario a que si un cubano talentoso elogia públicamente la gaseosa de Pijuán, las fuertes y duraderas camas de Casildo López, los servicios funerarios de Bueno y Toledo o los hermosos juguetes que vende Robaina, se le den banquetes: ése merece, no sólo una comida, donde no falte el delicioso ron que fabrica Buenaventura Vallvey y el sabroso pan de La Espiga de Oro, sino hasta que se le regale un hermoso reloj comprado en la Casa Debs...

CASIMIRO CORTO, VOCAL: Pido la palabra, señor Presidente.

PRESIDENTE: La tiene el Sr. Corto... y trate de serlo en sus manifestaciones.

EL SR. CORTO: Señores, es decir, ciudadanos: he tenido el honor de pedir la palabra para —desde luego— hacer mías las palabras del señor Presidente y, además, para añadir a los objetos que él mencionaba un par de zapatos de la peletería Boston y una caja de conservas del Colmado La Palma.

EL PRESIDENTE: ¿Está conforme la Asamblea?

VARLAS VOCES: ¡De acuerdo! ¡Conforme! ¡No tengo inconveniente!

EL PRESIDENTE: Bueno, pues continúo. Como les decía, queridos compañeros, hay casos en que está justificado un banquete y algo más también. Pero, ¡ah, señores!, hay otros en que maldita la falta que hace dar a un hombre la oportunidad de que vea su nombre en las columnas del único periódico que hay en Camagüey...

PEPE PANDO, VOCAL (en voz baja y al oído del que actúa de Secretario): Ése es EL CAMAGÜEYANO.

EL SECRETARIO: Naturalmente.

EL PRESIDENTE: Hay hombres, repito, que ni siquiera compran sus camisas en la Casa del Pueblo o sus medicinas en la Farmacia de Comas, a los cuales, con notoria injusticia, se les banquetea. Si al menos hubieran tenido la precaución de adquirir un Studebaker que aumenta su prestigio...

VARIAS VOCES: ¡Bravo, muy bien!

EL PRESIDENTE: Yo pido pues, queridos compañeros, que desde hoy nos constituyamos en comité de protesta contra esa costumbre que ridiculiza al cubano y desvía sus actividades del más alto empeño. ¿Qué dicen ustedes?

LA ASAMBLEA EN PLENO: ¡Que nos constituyamos!

(Se concede un receso de diez minutos para elegir al Comité y durante ese tiempo, Higinio Casildo, acercándose a Hilario Flor, joven pálido y melancólico, le dice con misterio: Cumplí su encargo, jovencito. El Dr. Ramos vive en República. Es un gran médico. No deje de verle.)

(Se reanuda la sesión. Cada individuo es confirmado en el cargo que tenía provisionalmente. El Presidente hace uso de la palabra.)

Señores (con emoción), gracias a todos por el honor que me habéis dispensado al nombrarme para el desempeño de un cargo que es superior a mi escasa inteligencia.

EL SECRETARIO (que ha estado elogiando a un vocal la eficiencia de los aparatos de radio que fabrica Bertroux): ¡Bravo, muy bien!

EL PRESIDENTE: ¿Hay algún miembro de este comité que quiera hacer uso de la palabra?

JUAN TRIPA, VOCAL: Yo, señor Presidente.

EL PRESIDENTE: Pues tiene la palabra.

EL SR. TRIPA: Para proponer, queridos compañeros, que en señal de afecto le demos “una comida” —entiéndase bien que no quiero decir “banquete”— a nuestro talentoso, activo y popular Presidente. ¡Podemos poner a dos pesos el cubierto!... Y comprando los vinos en El Baturro...

LA ASAMBLEA, PUESTA DE PIE: ¡De acuerdo! ¡Él se lo merece! ¡Viva nuestro Presidente!

(Se van.)

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INTERINO


Publicado en 
El Camagüeyano, martes 25 de abril de 1924, p.7. Tomado de Pisto manchego. Compilación y prólogo de Manuel Villabella. La Habana. Ed. Letras Cubanas, 2013, t.I, pp.69-71.
Nota de El Camagüey: Entre 1924 y 192
5 Nicolás Guillén asumió la redacción de la sección Pisto Manchego, en el periódico El Camagüeyano, una sección que combinaba la crónica periodística y la publicidad comercial. Debía anunciar los servicios de una funeraria, de un sastre y de El Baturro, las gaseosas Pijuán y el Colmado La Palma, la Casa Mendía, los muebles de Casildo López, los cigarros de Calixto López... La sección era diaria y muy ocurrente. Había sido creada por un periodista español, quien firmaba como M. Santoveña, y su nombre, el de un plato español, es una metáfora precisamente de la mezcla consustancial a su espíritu, a medio camino entre el periodismo y la publicidad.

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