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Mater admirabilis

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Mater admirabilis

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Si la hipocresía, Hombres, mis hermanos, no se insinuara tan sutilmente en nuestro pecho, hubiéramos cantado menos a la Madre, y hubiéramos roto de veras las cadenas de nuestras madres. No habríamos puesto en altares —¡qué sarcasmo!— a la virgen-madre, a la madre fuera de la naturaleza, contra la naturaleza; sino habríamos reconocido su dignidad a la mujer, en su función insigne de perpetuadora y renovadora de nuestra especie. Declararíamos, por medio de nuestras leyes, que la maternidad constituye la función social por excelencia. Y nos inclinaríamos ante estas perennes vigías que, como los antiguos “cursores”, llevan en la mano y se trasmiten la antorcha de la vida. Así empiezan a reconocerlo los escandinavos, y también, ¡oh mis civilizados hermanos de Occidente!, los bárbaros moscovitas.

Habana, 10 de mayo de 1929


El Camagüey agradece a José Carlos Guevara la posibilidad de publicar este texto.

Tomado de El Fígaro, Año XLVI junio 1929, Núm. 1, p.27.

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