La muerte puede llamarse César apuñalado y exangüe, pero es también el amable faisán decorativo y degollado que murió para presidir la alegría prometedora de esta noche. Es el perro municipal babeando su estricnina, que agoniza en la calle rodeado de muchachos. Es Sócrates rodeado de discípulos. Es Shelley exánime yacente sobre la arena húmeda por la última onda fugitiva. Es el mamut archimilenario inmóvil y exhibido en su vitrina siberiana de hielo inmemorial.
Comemos muerte cada día, y la muerte nos roe cada noche. Los poetas, los filósofos gritan: “Muerte, muerte” —la de ellos.
El buey desamparado que se disuelve en sangre torrencial con el brazo del matarife revolviéndole el pecho, y un dolor más fuerte que todas las anginas, ¿no es muerte pues? Quizás la res no sepa nada, pero ¿conoces tú la crispatura de rabia y de impotencia que hay en un menú?
Saquemos, pongamos en claro nuestras cuentas. Repartamos la muerte en todo su tamaño: del cóndor a la abeja, del ciervo perseguido y asesinado al niño que se ahogó en un estanque; desde el poeta y el filósofo que gritan: “Muerte, muerte” (la de ellos) hasta los que mueren sin saber qué les sucede, qué les pasa, qué va a ocurrirles, y ni preguntan si eso es realmente muerte, si así es como se muere.
Tomado de Obra poética. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2002, t.II, pp.234-235,
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Comentarios
Javier Vázquez
3 años
Excelente poema, muy adecuado para las circunstancias que vive Cuba. Y, por supuesto, sin nada que ver con la sensiblería con que han tratado en los medios los sucesos del Hotel Saratoga.
Qué bueno que en medio de las velitas con las que algunos parecían competir en Facebook apareciera algo tan intenso como este poema de Guillén. Gracias.
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Javier Vázquez
3 añosExcelente poema, muy adecuado para las circunstancias que vive Cuba. Y, por supuesto, sin nada que ver con la sensiblería con que han tratado en los medios los sucesos del Hotel Saratoga. Qué bueno que en medio de las velitas con las que algunos parecían competir en Facebook apareciera algo tan intenso como este poema de Guillén. Gracias.