Héroe cubano de valor esquivo, de la Historia en la página te advierto, en las entrañas de la Patria, muerto, y en el recuerdo de la Patria, vivo.
Cuando ya inerme se sintió el nativo, llegóse a ti como se llega a un puerto: ¿Con qué voy a pelear? díjote incierto; ¡Con la vergüenza! respondiste altivo.
El que quemó, Agramonte, tus despojos, no ha saciado la sed de sus enojos ni ha borrado la gloria del rescate.
A enaltecer tu majestad coadyuva… y hoy ese polvo de tus huesos late como si fuera el corazón de Cuba.
(1920)
Incluido en Mensaje lírico civil. Tomado de El párpado abierto. Selección y prólogo Juan Nicolás Padrón. La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2004 (2da. edición), p.65.
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Romel Hijarrubia Zell
2 años
No es un poema o una corta poesía, ni siquiera un corto cuento,- que los tiene Villena. Por cierto, que un falso pudor encubre lo que realmente dijo Agramonte a su tropa de centauros. Ante la inminencia probable de la muerte, no se exhorta al combatiente con palabras bellas o largos discursos. Agramonte respondió al que le preguntó ¿con qué se iba a luchar, si no tenían siquiera balas, contra las fuerzas españolas: ¡CON LOS COJONES! y ESO HICIERON EN OTRA CARGA GLORIOSA Y ESPANTOSA, PARA LA TROPA FORMADA EN CUADRO. El resto es historia. R.
Añado: es posible que alguien,- con toda razón-, se pregunte: ¿Cómo sé que eso es verdad? Eso fue lo que pregunté precisamente a mi madre, Rosa Hilda Zell, camagüeyana donde las haya, cuya madre fue Rosa Lina Peraza, de pura estirpe mambisa, que vivió en carne propia la contribución de los Peraza camagüeyanos al 68 y el 95. Además, mi madre contaba historias sobre batallas, fugas de sus familiares, etc. sobre nuestra lucha por la libertad en su tierra. Añada a esto, que llegó a ser Jefa de Redacción de la Revista Ellas, la primera dedicada a la mujer en Cuba. Tenía también una columna titulada: "Motivos del Mes" donde recogía muchas historias, algunas contadas por mambises supervivientes, en los años veinte, de las guerras. Yo era una esponja para estas narraciones: tempranamente adquirí varios de los libros que escribió Manuel de la Cruz sobre la guerra del 68 y, cuando llegué a la afirmación de que Agramonte había dicho "con las vergüenzas" saltó la duda e hice la pregunta a mi madre, que sin dudar un instante, me dijo lo que más arriba escribo. Además, es lo que correspondía decir en ese momento tan tenso y brutal. R.
La imagen de Agramonte que acompaña este poema me impresiona mucho. Me fascinó su expresión, pero lo que más me perturbó fueron las señales de envejecimiento. Desconozco los detalles de esa imagen, del original que, al parecer, fue preservado hace tiempo y cuando ya mostraba señales de envejecimiento: esas ralladuras, las manchas, las marcas, en fin, del tiempo. Creo que funciona incluso como una metáfora de la propia presencia de Agramonte en nuestro imaginario, y de que todo intento de recuperación para el presente estaría marcado también, valga la redundancia, por esas huellas: las nuestras serían interpretaciones de interpretaciones. Creo que algo así dijo Borges de la lectura: cuando leemos un libro, sobre todo un clásico, leemos también (o en nuestra interpretación está) todo lo que sobre ese libro se ha escrito (y que conozcamos, claro). Esas interpretaciones son, me parece, como cristales que nos colocamos...
Nada, que la imagen me sobrecoge, y quiero averiguar sobre ella. Incluso, acabo de asomarme y me ha vuelto a impresionar: como si fuera la primera vez que la veo. Por cierto, algo parecido me ha sucedido con una foto incluida en El Camagüey: la que acompaña la preciosa semblanza que de Aurelia Castillo escribió Julián del Casal.
No tenemos idea, cuando nos fotografiamos, de las múltiples resonancias que esas imágenes pueden tener, no ya las de celebridades, sino hasta esas cotidianas que nos tomamos, a veces hasta en broma... Y de las resonancias, también, de las que no tomamos, de esos momentos de los que, o por carencias materiales o por olvidos, no atrapamos en una foto.
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Romel Hijarrubia Zell
2 añosNo es un poema o una corta poesía, ni siquiera un corto cuento,- que los tiene Villena. Por cierto, que un falso pudor encubre lo que realmente dijo Agramonte a su tropa de centauros. Ante la inminencia probable de la muerte, no se exhorta al combatiente con palabras bellas o largos discursos. Agramonte respondió al que le preguntó ¿con qué se iba a luchar, si no tenían siquiera balas, contra las fuerzas españolas: ¡CON LOS COJONES! y ESO HICIERON EN OTRA CARGA GLORIOSA Y ESPANTOSA, PARA LA TROPA FORMADA EN CUADRO. El resto es historia. R.
Romel Hijarrubia Zell
2 añosAñado: es posible que alguien,- con toda razón-, se pregunte: ¿Cómo sé que eso es verdad? Eso fue lo que pregunté precisamente a mi madre, Rosa Hilda Zell, camagüeyana donde las haya, cuya madre fue Rosa Lina Peraza, de pura estirpe mambisa, que vivió en carne propia la contribución de los Peraza camagüeyanos al 68 y el 95. Además, mi madre contaba historias sobre batallas, fugas de sus familiares, etc. sobre nuestra lucha por la libertad en su tierra. Añada a esto, que llegó a ser Jefa de Redacción de la Revista Ellas, la primera dedicada a la mujer en Cuba. Tenía también una columna titulada: "Motivos del Mes" donde recogía muchas historias, algunas contadas por mambises supervivientes, en los años veinte, de las guerras. Yo era una esponja para estas narraciones: tempranamente adquirí varios de los libros que escribió Manuel de la Cruz sobre la guerra del 68 y, cuando llegué a la afirmación de que Agramonte había dicho "con las vergüenzas" saltó la duda e hice la pregunta a mi madre, que sin dudar un instante, me dijo lo que más arriba escribo. Además, es lo que correspondía decir en ese momento tan tenso y brutal. R.
María Antonia Borroto
2 añosLa imagen de Agramonte que acompaña este poema me impresiona mucho. Me fascinó su expresión, pero lo que más me perturbó fueron las señales de envejecimiento. Desconozco los detalles de esa imagen, del original que, al parecer, fue preservado hace tiempo y cuando ya mostraba señales de envejecimiento: esas ralladuras, las manchas, las marcas, en fin, del tiempo. Creo que funciona incluso como una metáfora de la propia presencia de Agramonte en nuestro imaginario, y de que todo intento de recuperación para el presente estaría marcado también, valga la redundancia, por esas huellas: las nuestras serían interpretaciones de interpretaciones. Creo que algo así dijo Borges de la lectura: cuando leemos un libro, sobre todo un clásico, leemos también (o en nuestra interpretación está) todo lo que sobre ese libro se ha escrito (y que conozcamos, claro). Esas interpretaciones son, me parece, como cristales que nos colocamos... Nada, que la imagen me sobrecoge, y quiero averiguar sobre ella. Incluso, acabo de asomarme y me ha vuelto a impresionar: como si fuera la primera vez que la veo. Por cierto, algo parecido me ha sucedido con una foto incluida en El Camagüey: la que acompaña la preciosa semblanza que de Aurelia Castillo escribió Julián del Casal. No tenemos idea, cuando nos fotografiamos, de las múltiples resonancias que esas imágenes pueden tener, no ya las de celebridades, sino hasta esas cotidianas que nos tomamos, a veces hasta en broma... Y de las resonancias, también, de las que no tomamos, de esos momentos de los que, o por carencias materiales o por olvidos, no atrapamos en una foto.