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El Camagüey es tierra de amor, cuna de patriotismo, escenario de épicas jornadas revolucionarias; patria gloriosa de Agramonte, que fue el más grande de los caudillos de la guerra de los diez años.

¡Qué historia más hermosa la suya! ¡Tan hermosa y tan noble, como el corazón de sus hijos!

Parece que los lustros pasaron sobre el Camagüey aplastándolo todo: el progreso se detuvo y las riquezas desaparecieron; pero no pudieron desaparecer, del alma de sus habitantes, una aspiración, la de la libertad, y del temple de sus hombres una resolución, la del combate.

La ciudad es grande; sus calles son torcidas, parece que juegan en zigzag para engañar al transeúnte; en cada piedra parece que hay un recuerdo, y en cada casa duerme tranquilo un soldado de la República que, lo mismo que empuñó el rifle, empuña el arado y reconstruye su potrero.

En el Parque de Agramonte (sic), que en tiempos de España se llamó Plaza de Armas, se ven cuatro elevadas palmas que han sido testigos de toda la lucha. Da ganas de interrogarles, de pedirles sus secretos más íntimos. ¡Ellas lo saben todo...!

Cuatro camagüeyanos, de aquellos que eran potentados a la vez que patriotas, las plantaron allí como símbolo de cuatro mártires que dieron su sangre por la independencia, en 1851, la fecha que va unida al inmortal Narciso López. Aquellos cuatro mártires se llamaron: Joaquín de Agüero, José Tomás Betancourt, Fernando de Zayas y Miguel Benavides.

Esas cuatro palmas históricas, que suplieron estatuas, mantenían vivo el recuerdo de una deuda contraída con los mártires y enviaban en los estremecimientos de sus ramas, alientos y esperanzas a los luchadores.

Tomado de Carlos de la Torre y Huerta: El lector cubano. Libro segundo de lectura. Obra de texto aprobada por la Junta de Superintendentes de Escuelas. Sexta edición. La Habana, Librería e imp. La Moderna Poesía, 1918, pp.195-196.

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Comentarios
Romel Hijarrubia Zell
2 años

Un aspecto de nuestra historia por la independencia del que pocas veces he leído un comentario al respecto, forma parte de este breve artículo de Manuel Márquez Sterling: "Cuatro camagüeyanos, de aquellos que eran potentados a la vez que patriotas...." El gobierno español una de las primeras medidas que tomaba contra los insurgentes, era la de expropiar sus propiedades y revenderlas o preservarlas para la Corona, según los intereses que se movieran. Igual procedimiento se mantuvo durante la guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, siendo el resultado final, la ruina de la burguesía cubana. Incluso Tomás Estrada Palma quedó desposeído de las suyas. Esto fue consecuencia directa de la legislación de la primera intervención que garantizaba la integridad de las disposiciones que se hubiesen aplicado durante su duración: no podían ser restituidas a sus antiguos propietarios, incluso podría servir de pretexto para una nueva intervención. El resultado final fue que los autonomistas conquistaron el poder económico criollo y los estadounidenses compraron a precio de saldo las tierras de los patriotas que lucharon por la libertad de Cuba. Dado que esté espacio lo leen personas con conocimiento de aquellos tiempos y de estas acciones, sería conveniente que hicieran algún aporte esclarecedor al respecto pues lo que conozco sobre el tema es escaso y parcial. Personalmente lo agradeceré e igual será de útil para el análisis de las causas de la ruina total de la burguesía criolla independentista. R.

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Maritza Betancourt Bernal
1 año

Nuestro Camagüey de sangre libertaria y espacios adorables, a cada paso está un pedazo de historia, de tradición, de leyenda. Gracias a elcamaguey.org por estos reconocidos artículos de tanto valor patrimonial

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