De aquél que más soldada ganó que un ballestero, de Becerrillo, espanto del alzado aborigen, quizá si tenga sangre en su ignorado origen. Mas fuerza igual sí tiene en el colmillo fiero.
Allá en la cueva, en donde teme entrar el montero, sus cachorros la fláccida ubre materna afligen, y él ronda los corrales cuando las sombras rigen en busca de algún ave, un chivo o un ternero.
Comentarios
Yskra Lípiz García
10 mesesParece un poema moderno. Breve, agradable, comprensible. R.