Un refrán más que se justifica en el argot de nuestras realidades, es ése que se refiere a “Que los pueblos tienen lo que se merecen” o el de: “De nuestros grandes males, somos nosotros los responsables”. Y no puede decirse lo contrario en los casos concretos de los problemas nacionales, que en la actualidad afectan a la nación y que no se resuelven porque no hay empeños en los hombres del Gobierno por servir y atender a los problemas del pueblo, en la cumplimentación de sus jornadas y de sus deberes en el manejo de los departamentos del estado, en los que descansa la suerte o la tragedia de nuestro porvenir.
Estamos en la actualidad atravesando problemas de significación y de transcendencia extraordinaria en el orden de la vida, en los hechos que se suceden en los principales ministerios del Gobierno, y de manera básica, en el caso concreto del Ministerio de Comercio, departamento que no es otra cosa más que un centro de inutilidad pública, porque nulos o ninguno los beneficios que rinden a las clases colectivas, a las que por el contrario de proteger como es debido, se condenan a la indiferencia y al abandono sin importar en lo absoluto los problemas que se confrontan.
Estamos —y mucho se ha hablado de ello—, ante el alza criminal y escandalosa de los principales artículos de primera necesidad; ante la especulación cruel y sanguinaria de los sedientos de oro, de los que deleitan sus sueños de apretar las arcas con el dinero sacado de las entrañas populares, abriendo en manera extraordinaria e incontenible, sus tentáculos opresores, para ahogar en la necesidad por la explotación, a los que luchan y sufren los sinsabores de la vida de hoy, llena de injusticias y desasosiegos.
Todos los artículos han subido de una manera alarmante, propiciando fabulosas utilidades a los agiotistas. Todo está por las nubes, propiciando un 150 y hasta el 200 por ciento de utilidad, sin que pese a todas las declaraciones oficiales, a las listas de precios que como burla popular se ordenan, sin que pese a cuanto se ha prometido en este aspecto se haya hecho nada absolutamente, por poner coto a tales desmanes, que en otros países se castigan severamente por los tribunales de justicia con días de reclusión, a los engreídos en sus posiciones adineradas, en las que se creen facultados para explotar a sus antojos, a los humildes y a los laboriosos trabajadores.
La situación económica de Cuba sería en los actuales momentos otra, si los gobernantes cubanos, el Presidente Batista y su inútil Consejo de Ministros pusieran sus ojos y empeños en enfocar los problemas que afectan a las clases colectivas, pero lo que ocurre es que a las miras personalísimas de los señores del momento, se sacrifican y condenan a funestos continuismos los legítimos derechos y necesidades populares, y a ello se debe el auge escandaloso de los trust que explotan al trabajador y al consumidor, al invasionismo de las alzas incontenibles de todos los artículos, que no entrañan otra cosa más que privación y hambre en los hogares humildes.
Pero... ¿Qué hace el pueblo ante estos estados alarmantes de cosas...? ¿Qué hace nuestro pueblo ante tantos hechos escandalosos...? Nada absolutamente. Resiste cual dócil esclavo, las punzonadas sangrantes de tantas y tantas cosas, se comenta y se critica solamente en la sombra y la tranquilidad del hogar; pero no surgen los gestos enérgicos que dignifican, de expresar la rebeldía popular a tales cosas, con la condenación a los gobernantes que tranquilamente permiten el continuismo de esos hechos.
Nuestro pueblo, si juzgamos en la comparación por el adagio, tiene en este orden lo que se merece, y es responsable de sus desastres y tragedias, porque es indiferente este pueblo cubano de hoy, que peca por ser generoso y noble, y que sufre así las humillaciones y postergaciones a que se le condena. Pero no es lógico que justifiquemos en ese aspecto el estado de cosas reinantes, hay que ir a la realidad de los hechos y animar nuestro pueblo a las jornadas activas contra la opresión económica que sufren los hogares todos.
¿Saben los hombres del Gobierno de Batista cómo viven los pobres que ganan el sustento de sus hogares, en las duras faenas del trabajo corporal? ¿Saben los señores Ministros del Gabinete como viven los trabajadores que están a expensas de los míseros 30 pesos por las jornadas agotadoras durante todo un mes...? Viven con la desesperación en los labios y con el cuello oprimido, porque cada mañana cuando se abandona el lecho para ir a la faena del trabajo, se teme el alza de uno de los tantos artículos imprescindibles para su subsistencia diaria, y ese orden de cosas, esas escenas desagradables y trágicas, parece que en nada interesan a los hombres del Gobierno que deben de abandonar sus locos afanes de especulaciones y de intereses particulares, para caer aunque sea en momentos, en los problemas que afectan al pueblo para propiciar sus fórmulas de solución.
¿Hasta cuándo va el Gobierno a mantener su plano de indiferentismo en este momento económico, en el que se debaten por vencer nuestros hogares en desgracia, el hambre y la miseria...? El pueblo debe movilizarse sin barreras ni detenciones de ningún aspecto, para iniciar la jornada de actividad y de progreso, para llevar la satisfacción por el esfuerzo y el sacrificio a todos los hogares que sufren hoy en cada escala de la vida social, para exigir y obligar a los hombres del Gobierno a que salgan de sus planos de intereses personales, y se sitúen en el que tienen su deber, en el que tienen responsabilidad y que no es otro que el de proteger y velar por las clases del pueblo que bastante, desdicha tienen con los sinsabores que en otros aspectos la vida les pone en su camino.
Nov. 6-41
Tomado de Tropeles de rebeldía. Selección de editoriales radiados en el diario aéreo La voz del pueblo. Primera Edición, Camagüey, (s.e.), 1942, pp.21-23.
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Y. J. Hall
1 año
Dos cosas: 1) Es obvio que el autor de economía no sabe nada. Este ignorante "influencer" de los años cuarenta no es capaz de explicar las causas de un fenómeno complejo en la economía como es la inflación, y arenga al pueblo para que exija el intervencionismo del estado en el mercado, sin imaginar que es precisamente esa fórmula la que lleva a los países a la miseria. 2) Parece que 30 pesos al mes era un salario mísero en aquella época, salario de humildes jornaleros. En aquel entonces, el peso y el dólar estaban equiparados (1 peso = 1 dólar). Si llevamos ese salario al presente, ajustado por la inflación, tendríamos un equivalente de 665 dólares al mes. O sea, en los años cuarenta en Cuba, un salario de 665 dólares al mes era un salario mísero. ¡Comparen eso con los 30 dólares al mes que gana un cirujano experimentado en la Cuba de hoy!
Tendría que averiguarlo, pero tengo la sospecha de que Cuba es el país que más ha involucionado en el mundo en los últimos 65 años.
@Y. J. Hall: Coincido contigo, e incluso —respecto al calamitoso estado actual de la economía cubana— puedo aportar otros elementos.
Al momento que escribo esto —hago la aclaración porque en días las cifras pueden ser otras— un dólar estadounidense equivale a 340 pesos cubanos. Mi salario como profesora titular de una universidad —que incluye un pago adicional por mi doctorado— es el equivalente a 23 dólares. A esa aberración hay que sumar que el propio dólar se ha devaluado respecto al precio de todo. Aquí la inflación es, según los expertos, de tres dígitos. Pongamos un ejemplo: los huevos. Lo que aquí llamamos un "file" o cartón de huevos (treinta unidades) anda rozando los tres mil pesos. Antes de 2020 un file costaba treinta y tres pesos. El precio es ahora casi cien veces mayor. Y si antes se compraba un file con el equivalente de un dólar o algo más (cuando un dólar equivalía a veinticinco pesos), ahora se necesitan casi diez dólares. Quien tuviera ayuda del extranjero (de los traidores luego devenidos "trae-dólares") podía "resolver" unas cuantas cosas con, digamos, cinco dólares, ahora ni siquiera eso es posible.
El otro día, al leer un texto de Emilio L. Luaces, del año 1925, quejándose de los atrasos en el pago de las jubilaciones de los maestros, no pude menos que pensar en que sí, era terrible que algo así pasara, mas cuando les llegaba su dinerito podían satisfacer sus necesidades. ¿Qué puede hacer ahora un jubilado en Cuba con mil y pico de pensión?
Fue una sorpresa encontrar en la biblioteca Julio Antonio Mella el libro "Tropeles de rebeldía", de Eliseo A. Guerra, autor del que no teníamos noticias. También es muy positivo que gracias a ese volumen, donde compila los editoriales del "periódico aéreo" "La voz del pueblo", podamos tener aquí una muestra del periodismo radial que se hacía en Camagüey; no olvidemos que la naturaleza del medio hace casi imposible reconstruir su historia.
¿Podrías investigar el costo de la vida en esa época? (Precio de la vivienda, los huevos, la carne de res, los tomates, los zapatos, los hospitales, etc...) Nos permitiría poner en contexto cuán míseros eran los $30 de entonces.
@Y. J. Hall: Tal vez en las páginas de El Camagüeyano... o apelar a la prodigiosa memoria de mi papá, quien dice que "de Machado para acá, no hay quien me haga cuentos". Sé que Rosa Hilda Zell, en sus crónicas en Bohemia dedicadas a temas culinarios, una y otra vez hace alusión a la crisis, al encarecimiento de algunos productos y a la necesidad de sustituir unos por otros. Ella comenzó su sección en 1946, apenas unos cuatro años después. Sin embargo, la vastedad de las recetas y sus ingredientes me hace suponer que la crisis de entonces no era, ni por asomo, como las subsiguientes en Cuba. Lo ideal, sería, encontrar información objetiva al respecto. Buscaré.
@Y. J. Hall: He aquí el resultado de mis primeras pesquisas. La fuente: mi papá, con 97 años y una excelente memoria.
Él asegura que sí, que durante la Segunda Guerra Mundial y sobre todo unos años después de finalizada, muchos precios se dispararon. Al terminar la guerra escaseaban y se encarecieron productos como la cerveza, los refrescos...
Sí había disposiciones, dictadas por el gobierno, para el control de los precios y de la especulación. Él lo sabe bien porque tuvo a inicios de los cincuenta una pequeña tienda de ropa, "La Ganguita", en Esmeralda. Desde finales de los cuarenta se establecía que al precio de costo de una prenda de vestir se le podía añadir un 10% por concepto de gastos, y apenas un porcentaje ínfimo como ganancia. La ganancia máxima era del 20%. O sea, pongamos por caso que el dueño de la tienda compra una docena de caminas por 24 pesos, a razón de 2 pesos la unidad. El precio de costo sería 2.24, ¿no? Pues a lo sumo se podía vender en 2.35 o algo así. No había necesidad de duplicar ni triplicar el precio (como sucede ahora). Y no tenía sentido hacerlo: nadie la compraría. Y el asunto era vender mucho, vender constantemente, renovar las mercancías... Estamos hablando, por supuesto, de un lugar pequeño, me imagino que en los grandes centros comerciales los márgenes de ganancia serían tal vez mayores, o quizás no.
Los judíos, asegura, le hicieron mucho daño al comercio nacional. Cuba fue, como se sabe, receptora de inmigrantes judíos, y estos, que se abastecían en Estados Unidos, entraban muchos productos de contrabando, lo que les permitía vender más barato. He oído las historias de las pugnas entre los comerciantes en Esmeralda.
Respecto a la llamada "canasta básica":
Hasta finales de los años 30, una libra de carne de res de primera costaba 6 centavos, la de segunda, 4. El arroz más caro: 6 centavos. Por un medio de plátanos te daban 2 o 3 plátanos. (Y plátanos machos, por supuesto, y bien machos: nadie vendía plátanos fuñíos, que parecen de fruta, y, por supuesto, el plátano burro, o fongo, no era consumido por humanos. Tengo que averiguar si ya existía y si se le daba a los puercos...) Sigo: Todavía en los años cincuenta, un quintal de arroz costaba 6 o 7 pesos, dependiendo de la calidad.
Recuerda que a finales de los treinta, en la casa de un tío suyo (donde vivían 5 personas) se comía con 36 centavos al día.
El relajo (sic) empezó con Grau y la O.R.P.A. (Oficina Reguladora de Productos Alimenticios) que quiso regularlo todo. Eso fue en el año 44 y como consecuencia, al parecer, del descontrol provocado por la guerra. Voy a buscar en la Bohemia de la época, pues en los titulares aparece muchas veces esa sigla.
Papi también me explica que había una relación entre los vendedores y sus clientes muy particular. La gente solía comprar en una misma tienda, allí, llegado el caso, le fiaban. En tiempos de restricciones, cuando los comerciantes tenían asignada una determinada cantidad de un producto (el arroz, por ejemplo) los vendedores priorizaban a sus clientes de siempre. Uno no iba a otra tienda, dice papi, pues en la tuya te consideraban.
@María Antonia Borroto: Y no descartemos la influencia de la Segunda Guerra Mundial en esa situación con los abastecimientos. Estados Unidos entró en el conflicto en diciembre de 1941, tras el ataque a Pearl Harbor.
@El Camagüey: Y Cuba también le declaró la guerra a Alemania. Hay un chiste que nos hacían en el preuniversitario; que cuando eso pasó Hitler pidió que le localizaran en el mapa esa tal Cuba que le declaraba la guerra... No sé si es cierto o no. Esa supuesta, y muy probable reacción del Fuhrer me lleva a preguntarme cómo reaccionan en la actualidad los líderes de las potencias mundiales cada vez que nuestro flamante canciller hace alguna de sus "enérgicas denuncias".
Un amigo me estuvo contando de una entrevista en América TV a Elliott Abrams, asesor de política exterior de Estados Unidos en la era Reagan. No la he podido ver, pues la última vez que revisé aún no estaba en línea; me interesa muchísimo, es la verdad. Mi amigo me comentó que Cao le preguntó por qué si Cuba daba tantas molestias a los Estados Unidos éste no hacía algo, y la respuesta fue que, efectivamente, da molestias, pero no es una amenaza. Interesante. Aun cuando no soy ni siquiera conocedora de temas de política internacional o de geopolítica, me resulta sintomático el asunto: ya los sesenta pasaron, irremisiblemente. Y hasta los ochenta... Ahora vivimos otra era. Nada más hay que ver cómo se ha transformado el logotipo del Congreso de la UJC... Sicodélico, aparentemente desideologizado, o al menos dejando de lado el "Estudio, trabajo y fusil" de siempre. Eso dice mucho. Y ya, que me estoy yendo del tema... Tengo una tarea pendiente: comprobar el valor adquisitivo de 30 pesos en 1942.
Coincido con dos afirmaciones del lector Y. J. Hall "Dos cosas: 1) Es obvio que el autor de economía no sabe nada. Este ignorante "influencer" de los años cuarenta no es capaz de explicar las causas de un fenómeno complejo en la economía como es la inflación, y arenga al pueblo para que exija el intervencionismo del estado en el mercado, sin imaginar que es precisamente esa fórmula la que lleva a los países a la miseria". También con esta otra, que es más bien una pregunta que ya está más que respondida: " "...tengo la sospecha de que Cuba es el país que más ha involucionado en el mundo en los últimos 65 años". No tengo elementos para juzgar de "ignorante" y de "economía no saber nada" al autor Eliseo A. Guerra Romero, de cuya existencia acabo de enterarme gracias a El Camagüey. No importa: hoy, economistas graduados y con doctorado incluido, más supuesta capacidad para el tema, siguen cometiendo errores inexcusables, solo atribuibles a la prepotencia, la impunidad y un sistema de organización estatal totalmente fracasado, al que todavía no ha surgido alguien capaz de llevar a la economía real, no la "ideológica" de un supuesto marxismo inexistente. Recomiendo a todo el que pueda y quiera, que lea "Crítica al programa de Gotha" realizado por Marx y Engels donde ridiculizaban y desbarataban el Programa económico aprobado por su partido, documento que secuestro la dirección y fue publicado por Engels 20 años después, suavizando incluso algunas críticas a la dirección partidista. Léase y vera que ellos sólo concebían el paso superior al capitalismo industrial, cuando se desataran las fuerzas productivas y la riqueza corriera por las tuberías de la Sociedad. Hoy la única forma de superar el actual estancamiento económico, político y social es, precisamente, liberar las fuerzas productivas del país: dejar sembrar al campesino lo que desee, quitar los intermediarios chupócteros,- Que, sin prestar servicios efectivos, percibe uno o más sueldos. U. t. c. s.-, permitir que las empresas operen directamente bajo el principio que deben producir más ingresos que egresos, salvo lo que se considere de o para, necesidad social. Lenin, en una situación similar a la actual cubana, aplico la NEP, Nueva Política Económica-, que incluyó devolución a los anteriores propietarios de sus empresas. El Ministerio de Industrias operaba bajo principios de cálculo económico, relativa independencia a la dirección, incluso un fondo para operar directamente y pago de sobrecumplimiento por sobrepasar los planes previstos. ESTO SE PUEDE HACER AHORA. Dejar a un lado el falso comunismo soviético, aparcar el tema ideológico o entrar a discutir su real eficiencia. NO HAY LO QUE HAY QUE TENER para plantear,- y sobrevivir-, a lo que te caería encima. Esta "sospecha" del lector Hall, puede darla por cierta: " "...tengo la sospecha de que Cuba es el país que más ha involucionado en el mundo en los últimos 65 años". Porque la Isla de Corcho llegó a estar por delante de todos los países de la A. Latina, su moneda se cotizaba a la par o por encima, del dólar y teníamos el 25% del circulante respaldado en oro, lo que daba solidez y estabilidad al humilde y humillado peso nacional. Liberen sin temor las fuerzas productivas aplastadas y otro gallo cantaría. Yo entiendo que en la actualidad existen naciones en las que conviven las tres formas de propiedad: la privada, la publica y la social. No tienen porqué ser enemigas si se hacen las cosas bien. Los nórdicos son ejemplo de ello y el sistema impositivo llega al 50% de las ganancias. Los capitalistas de allí lo pagan sin problemas ni quejas, porque saben que se reinvierte en la nación. Eso es sensatez, lo demás, demagogia y políticas fracasadas una y otra vez. ¡Hasta Haití esta mejor que Cuba! R.
“La situación económica de Cuba sería otra en los actuales momentos, si los gobernantes cubanos, pusieran sus ojos y empeños en enfocar los problemas que afectan a las clases colectivas, pero lo que ocurre es que a las miras personalísimas de los señores del momento, se sacrifican y condenan a funestos continuismos los legítimos derechos y necesidades del pueblo. Sus acciones no entrañan otra cosa más que privación y hambre en los hogares humildes.
¿Hasta cuándo va el Gobierno a mantener su plano de indiferentismo en este momento económico, en el que se debaten nuestros hogares en desgracia por vencer el hambre y la miseria...?”
Hay algo que no quisiera pasar por alto: independientemente de los conocimientos de teoría económica del autor (que no soy quien para juzgar) se aprecia el alto compromiso social del periodismo de la época, y la facilidad con la que se le podía cantar las cuarenta al gobierno, y exigirle. El sistema político propiciaba el debate de las cuestiones palpitantes.
Comentarios
Y. J. Hall
1 añoDos cosas: 1) Es obvio que el autor de economía no sabe nada. Este ignorante "influencer" de los años cuarenta no es capaz de explicar las causas de un fenómeno complejo en la economía como es la inflación, y arenga al pueblo para que exija el intervencionismo del estado en el mercado, sin imaginar que es precisamente esa fórmula la que lleva a los países a la miseria. 2) Parece que 30 pesos al mes era un salario mísero en aquella época, salario de humildes jornaleros. En aquel entonces, el peso y el dólar estaban equiparados (1 peso = 1 dólar). Si llevamos ese salario al presente, ajustado por la inflación, tendríamos un equivalente de 665 dólares al mes. O sea, en los años cuarenta en Cuba, un salario de 665 dólares al mes era un salario mísero. ¡Comparen eso con los 30 dólares al mes que gana un cirujano experimentado en la Cuba de hoy! Tendría que averiguarlo, pero tengo la sospecha de que Cuba es el país que más ha involucionado en el mundo en los últimos 65 años.
María Antonia Borroto
1 año@Y. J. Hall: Coincido contigo, e incluso —respecto al calamitoso estado actual de la economía cubana— puedo aportar otros elementos. Al momento que escribo esto —hago la aclaración porque en días las cifras pueden ser otras— un dólar estadounidense equivale a 340 pesos cubanos. Mi salario como profesora titular de una universidad —que incluye un pago adicional por mi doctorado— es el equivalente a 23 dólares. A esa aberración hay que sumar que el propio dólar se ha devaluado respecto al precio de todo. Aquí la inflación es, según los expertos, de tres dígitos. Pongamos un ejemplo: los huevos. Lo que aquí llamamos un "file" o cartón de huevos (treinta unidades) anda rozando los tres mil pesos. Antes de 2020 un file costaba treinta y tres pesos. El precio es ahora casi cien veces mayor. Y si antes se compraba un file con el equivalente de un dólar o algo más (cuando un dólar equivalía a veinticinco pesos), ahora se necesitan casi diez dólares. Quien tuviera ayuda del extranjero (de los traidores luego devenidos "trae-dólares") podía "resolver" unas cuantas cosas con, digamos, cinco dólares, ahora ni siquiera eso es posible. El otro día, al leer un texto de Emilio L. Luaces, del año 1925, quejándose de los atrasos en el pago de las jubilaciones de los maestros, no pude menos que pensar en que sí, era terrible que algo así pasara, mas cuando les llegaba su dinerito podían satisfacer sus necesidades. ¿Qué puede hacer ahora un jubilado en Cuba con mil y pico de pensión?
El Camagüey
1 año@María Antonia Borroto: El enlace al texto de Luaces: https://bit.ly/3U51Zp1
El Camagüey
1 añoFue una sorpresa encontrar en la biblioteca Julio Antonio Mella el libro "Tropeles de rebeldía", de Eliseo A. Guerra, autor del que no teníamos noticias. También es muy positivo que gracias a ese volumen, donde compila los editoriales del "periódico aéreo" "La voz del pueblo", podamos tener aquí una muestra del periodismo radial que se hacía en Camagüey; no olvidemos que la naturaleza del medio hace casi imposible reconstruir su historia.
Y. J. Hall
1 año¿Podrías investigar el costo de la vida en esa época? (Precio de la vivienda, los huevos, la carne de res, los tomates, los zapatos, los hospitales, etc...) Nos permitiría poner en contexto cuán míseros eran los $30 de entonces.
María Antonia Borroto
1 año@Y. J. Hall: Tal vez en las páginas de El Camagüeyano... o apelar a la prodigiosa memoria de mi papá, quien dice que "de Machado para acá, no hay quien me haga cuentos". Sé que Rosa Hilda Zell, en sus crónicas en Bohemia dedicadas a temas culinarios, una y otra vez hace alusión a la crisis, al encarecimiento de algunos productos y a la necesidad de sustituir unos por otros. Ella comenzó su sección en 1946, apenas unos cuatro años después. Sin embargo, la vastedad de las recetas y sus ingredientes me hace suponer que la crisis de entonces no era, ni por asomo, como las subsiguientes en Cuba. Lo ideal, sería, encontrar información objetiva al respecto. Buscaré.
Y. J. Hall
1 año@María Antonia: Plis!
María Antonia Borroto
1 año@Y. J. Hall: He aquí el resultado de mis primeras pesquisas. La fuente: mi papá, con 97 años y una excelente memoria. Él asegura que sí, que durante la Segunda Guerra Mundial y sobre todo unos años después de finalizada, muchos precios se dispararon. Al terminar la guerra escaseaban y se encarecieron productos como la cerveza, los refrescos... Sí había disposiciones, dictadas por el gobierno, para el control de los precios y de la especulación. Él lo sabe bien porque tuvo a inicios de los cincuenta una pequeña tienda de ropa, "La Ganguita", en Esmeralda. Desde finales de los cuarenta se establecía que al precio de costo de una prenda de vestir se le podía añadir un 10% por concepto de gastos, y apenas un porcentaje ínfimo como ganancia. La ganancia máxima era del 20%. O sea, pongamos por caso que el dueño de la tienda compra una docena de caminas por 24 pesos, a razón de 2 pesos la unidad. El precio de costo sería 2.24, ¿no? Pues a lo sumo se podía vender en 2.35 o algo así. No había necesidad de duplicar ni triplicar el precio (como sucede ahora). Y no tenía sentido hacerlo: nadie la compraría. Y el asunto era vender mucho, vender constantemente, renovar las mercancías... Estamos hablando, por supuesto, de un lugar pequeño, me imagino que en los grandes centros comerciales los márgenes de ganancia serían tal vez mayores, o quizás no. Los judíos, asegura, le hicieron mucho daño al comercio nacional. Cuba fue, como se sabe, receptora de inmigrantes judíos, y estos, que se abastecían en Estados Unidos, entraban muchos productos de contrabando, lo que les permitía vender más barato. He oído las historias de las pugnas entre los comerciantes en Esmeralda. Respecto a la llamada "canasta básica": Hasta finales de los años 30, una libra de carne de res de primera costaba 6 centavos, la de segunda, 4. El arroz más caro: 6 centavos. Por un medio de plátanos te daban 2 o 3 plátanos. (Y plátanos machos, por supuesto, y bien machos: nadie vendía plátanos fuñíos, que parecen de fruta, y, por supuesto, el plátano burro, o fongo, no era consumido por humanos. Tengo que averiguar si ya existía y si se le daba a los puercos...) Sigo: Todavía en los años cincuenta, un quintal de arroz costaba 6 o 7 pesos, dependiendo de la calidad. Recuerda que a finales de los treinta, en la casa de un tío suyo (donde vivían 5 personas) se comía con 36 centavos al día. El relajo (sic) empezó con Grau y la O.R.P.A. (Oficina Reguladora de Productos Alimenticios) que quiso regularlo todo. Eso fue en el año 44 y como consecuencia, al parecer, del descontrol provocado por la guerra. Voy a buscar en la Bohemia de la época, pues en los titulares aparece muchas veces esa sigla. Papi también me explica que había una relación entre los vendedores y sus clientes muy particular. La gente solía comprar en una misma tienda, allí, llegado el caso, le fiaban. En tiempos de restricciones, cuando los comerciantes tenían asignada una determinada cantidad de un producto (el arroz, por ejemplo) los vendedores priorizaban a sus clientes de siempre. Uno no iba a otra tienda, dice papi, pues en la tuya te consideraban.
El Camagüey
1 año@María Antonia Borroto: Y no descartemos la influencia de la Segunda Guerra Mundial en esa situación con los abastecimientos. Estados Unidos entró en el conflicto en diciembre de 1941, tras el ataque a Pearl Harbor.
María Antonia Borroto
1 año@El Camagüey: Y Cuba también le declaró la guerra a Alemania. Hay un chiste que nos hacían en el preuniversitario; que cuando eso pasó Hitler pidió que le localizaran en el mapa esa tal Cuba que le declaraba la guerra... No sé si es cierto o no. Esa supuesta, y muy probable reacción del Fuhrer me lleva a preguntarme cómo reaccionan en la actualidad los líderes de las potencias mundiales cada vez que nuestro flamante canciller hace alguna de sus "enérgicas denuncias". Un amigo me estuvo contando de una entrevista en América TV a Elliott Abrams, asesor de política exterior de Estados Unidos en la era Reagan. No la he podido ver, pues la última vez que revisé aún no estaba en línea; me interesa muchísimo, es la verdad. Mi amigo me comentó que Cao le preguntó por qué si Cuba daba tantas molestias a los Estados Unidos éste no hacía algo, y la respuesta fue que, efectivamente, da molestias, pero no es una amenaza. Interesante. Aun cuando no soy ni siquiera conocedora de temas de política internacional o de geopolítica, me resulta sintomático el asunto: ya los sesenta pasaron, irremisiblemente. Y hasta los ochenta... Ahora vivimos otra era. Nada más hay que ver cómo se ha transformado el logotipo del Congreso de la UJC... Sicodélico, aparentemente desideologizado, o al menos dejando de lado el "Estudio, trabajo y fusil" de siempre. Eso dice mucho. Y ya, que me estoy yendo del tema... Tengo una tarea pendiente: comprobar el valor adquisitivo de 30 pesos en 1942.
Romel Hijarrubia Zell
1 añoCoincido con dos afirmaciones del lector Y. J. Hall "Dos cosas: 1) Es obvio que el autor de economía no sabe nada. Este ignorante "influencer" de los años cuarenta no es capaz de explicar las causas de un fenómeno complejo en la economía como es la inflación, y arenga al pueblo para que exija el intervencionismo del estado en el mercado, sin imaginar que es precisamente esa fórmula la que lleva a los países a la miseria". También con esta otra, que es más bien una pregunta que ya está más que respondida: " "...tengo la sospecha de que Cuba es el país que más ha involucionado en el mundo en los últimos 65 años". No tengo elementos para juzgar de "ignorante" y de "economía no saber nada" al autor Eliseo A. Guerra Romero, de cuya existencia acabo de enterarme gracias a El Camagüey. No importa: hoy, economistas graduados y con doctorado incluido, más supuesta capacidad para el tema, siguen cometiendo errores inexcusables, solo atribuibles a la prepotencia, la impunidad y un sistema de organización estatal totalmente fracasado, al que todavía no ha surgido alguien capaz de llevar a la economía real, no la "ideológica" de un supuesto marxismo inexistente. Recomiendo a todo el que pueda y quiera, que lea "Crítica al programa de Gotha" realizado por Marx y Engels donde ridiculizaban y desbarataban el Programa económico aprobado por su partido, documento que secuestro la dirección y fue publicado por Engels 20 años después, suavizando incluso algunas críticas a la dirección partidista. Léase y vera que ellos sólo concebían el paso superior al capitalismo industrial, cuando se desataran las fuerzas productivas y la riqueza corriera por las tuberías de la Sociedad. Hoy la única forma de superar el actual estancamiento económico, político y social es, precisamente, liberar las fuerzas productivas del país: dejar sembrar al campesino lo que desee, quitar los intermediarios chupócteros,- Que, sin prestar servicios efectivos, percibe uno o más sueldos. U. t. c. s.-, permitir que las empresas operen directamente bajo el principio que deben producir más ingresos que egresos, salvo lo que se considere de o para, necesidad social. Lenin, en una situación similar a la actual cubana, aplico la NEP, Nueva Política Económica-, que incluyó devolución a los anteriores propietarios de sus empresas. El Ministerio de Industrias operaba bajo principios de cálculo económico, relativa independencia a la dirección, incluso un fondo para operar directamente y pago de sobrecumplimiento por sobrepasar los planes previstos. ESTO SE PUEDE HACER AHORA. Dejar a un lado el falso comunismo soviético, aparcar el tema ideológico o entrar a discutir su real eficiencia. NO HAY LO QUE HAY QUE TENER para plantear,- y sobrevivir-, a lo que te caería encima. Esta "sospecha" del lector Hall, puede darla por cierta: " "...tengo la sospecha de que Cuba es el país que más ha involucionado en el mundo en los últimos 65 años". Porque la Isla de Corcho llegó a estar por delante de todos los países de la A. Latina, su moneda se cotizaba a la par o por encima, del dólar y teníamos el 25% del circulante respaldado en oro, lo que daba solidez y estabilidad al humilde y humillado peso nacional. Liberen sin temor las fuerzas productivas aplastadas y otro gallo cantaría. Yo entiendo que en la actualidad existen naciones en las que conviven las tres formas de propiedad: la privada, la publica y la social. No tienen porqué ser enemigas si se hacen las cosas bien. Los nórdicos son ejemplo de ello y el sistema impositivo llega al 50% de las ganancias. Los capitalistas de allí lo pagan sin problemas ni quejas, porque saben que se reinvierte en la nación. Eso es sensatez, lo demás, demagogia y políticas fracasadas una y otra vez. ¡Hasta Haití esta mejor que Cuba! R.
Oscar J. Montero
1 año“La situación económica de Cuba sería otra en los actuales momentos, si los gobernantes cubanos, pusieran sus ojos y empeños en enfocar los problemas que afectan a las clases colectivas, pero lo que ocurre es que a las miras personalísimas de los señores del momento, se sacrifican y condenan a funestos continuismos los legítimos derechos y necesidades del pueblo. Sus acciones no entrañan otra cosa más que privación y hambre en los hogares humildes. ¿Hasta cuándo va el Gobierno a mantener su plano de indiferentismo en este momento económico, en el que se debaten nuestros hogares en desgracia por vencer el hambre y la miseria...?”
María Antonia Borroto
1 añoHay algo que no quisiera pasar por alto: independientemente de los conocimientos de teoría económica del autor (que no soy quien para juzgar) se aprecia el alto compromiso social del periodismo de la época, y la facilidad con la que se le podía cantar las cuarenta al gobierno, y exigirle. El sistema político propiciaba el debate de las cuestiones palpitantes.
Y. J. Hall
1 año@María Antonia Borroto: Muy cierto.