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Balada de los dos abuelos

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Balada de los dos abuelos

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     Sombras que sólo yo veo,
     me escoltan mis dos abuelos.

     Lanza con punta de hueso,
     tambor de cuero y madera:
     mi abuelo negro.
     Gorguera en el cuello ancho,
     gris armadura guerrera:
     mi abuelo blanco.

     Pie desnudo, torso pétreo
     los de mi negro;
     pupilas de vidrio antártico
     las de mi blanco.

     África de selvas húmedas
     y de gordos gongos sordos...
     —¡Me muero!
     (Dice mi abuelo negro).
     Aguaprieta de caimanes,
     verdes mañanas de cocos...
     —¡Me canso!
     (Dice mi abuelo blanco).

     Oh velas de amargo viento,
     galeón ardiendo en oro...
     —¡Me muero!
     (Dice mi abuelo negro.)
     ¡Oh costas de cuello virgen
     engañadas de abalorios...!
     —¡Me canso!
     (Dice mi abuelo blanco.)
     ¡Oh puro sol repujado,
     preso en el aro del trópico;
     oh luna redonda y limpia
     sobre el sueño de los monos!

     ¡Qué de barcos, qué de barcos!
     ¡Qué de negros, qué de negros!
     ¡Qué largo fulgor de cañas!
     ¡Qué látigo el del negrero!
     Piedra de llanto y de sangre,
     venas y ojos entreabiertos,
     y madrugadas vacías,
     y atardeceres de ingenio,
     y una gran voz, fuerte voz,
     despedazando el silencio.
     ¡Qué de barcos, qué de barcos,
     qué de negros!

     Sombras que sólo yo veo,
     me escoltan mis dos abuelos.

     Don Federico me grita
     y Taita Facundo calla;
     los dos en la noche sueñan
     y andan, andan.
     Yo los junto.


                              —¡Federico!
     ¡Facundo! Los dos se abrazan.
     Los dos suspiran. Los dos
     las fuertes cabezas alzan:
     los dos del mismo tamaño,
     bajo las estrellas altas;
     los dos del mismo tamaño,
     ansia negra y ansia blanca,
     los dos del mismo tamaño,
     gritan, sueñan, lloran, cantan.
     Sueñan, lloran, cantan.
     Lloran, cantan.
     ¡Cantan!

Incluido en West Indies, Ltd. Tomado de Obra poética. Compilación, prólogo, cronología, bibliografía y notas de Ángel Augier. La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2002, pp.111-112.

En la voz de Luis Carbonell
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Comentarios
Romel Hijarrubia Zell
1 año

No soy poeta ni presumo de ello. Esta poesía me gusta y sobra, hasta que llegó a "Federico y Facundo" con trece versos. ¿Qué quiso expresar Guillen con esa fraternidad tan intima entre sus abuelos?, ¿La Condición Humana sobre todo, todos somos iguales? No sé, pero seguro que algún amable lector de El Camagüey me puede dar una explicación racional, no poética. Por cierto y para cerrar: le sugiero a los lectores que busquen, como yo hice, en el Diccionario de la Lengua Española de la Academia, la definición de verso, que a su vez, define la poesía o el poema. Le aseguro quedará muy sorprendido del contenido y del continente. Me gustan las décimas campesinas, que son poesías de las buenas y tienen sus reglas escritas o sobreentendidas muy exigentes iguales que la expresión "culta". R.

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