La sangre es un mar inmenso
que baña todas las playas...
Sobre sangre van los hombres,
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!
Al negro de negra piel
la sangre el cuerpo le baña;
la misma sangre, corriendo,
hierve bajo carne blanca.
¿Quién vio la carne amarilla,
cuando las venas estallan,
sangrar sino con la roja
sangre con que todos sangran?
¡Ay del que separa niños,
porque a los hombres separa!
El sol sale cada día,
va tocando en cada casa,
da un golpe con su bastón,
y suelta una carcajada...
¡Que salga la vida al sol,
de donde tantos la aguardan,
y veréis cómo la vida
corre de sol empapada!
La vida vida saltando,
la vida suelta y sin vallas,
vida de la carne negra,
vida de la carne blanca,
y de la carne amarilla,
con sus sangres desplegadas...
La sangre es un mar inmenso
3La sangre es un mar inmenso
3
Sobre sangre van los hombres
navegando en sus barcazas:
reman, que reman, que reman,
¡nunca de remar descansan!
Ay de quien no tenga sangre,
porque de remar acaba,
y si acaba de remar,
da con su cuerpo en la playa,
un cuerpo seco y vacío,
un cuerpo roto y sin alma,
¡un cuerpo roto y sin alma!...
De Poema con niños, incluido en El son entero (1947). (Obra poética. Compilación, prólogo, cronología, bibliografía y notas de Ángel Augier. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2002, pp.219-220.)
Tomado de poeticous.com
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Comentarios
Yamila Ferrá
3 añosHe leído este poema pensando en los sucesos de hoy y me ha funcionado. Gracias.
Alfredo Jiménez
2 añosAlguien debería recomendar con tono imperativo a los funcionarios de todos los sistemas educativos del mundo, que poemas como este del enorme Nicolás Guillén se difundieran entre los niños, no sólo en sus libros de texto, sino que se sacarán al sol de los patios escolares en forma de rondas infantiles, un modo muy didáctico y efectivo de dar vida a versos tan bellos y tan sabios. Sería mejor el mundo si los niños de todos los colores de piel, tomados de la mano, bailaran una dinámica entonando de memoria “La sangre es un mar inmenso” y “La muralla” entre otras obras de este gran Poeta. Del mismo modo que lo hacen con los juegos al aire libre como “Doña Blanca”, “Mambrú” o “El Manseque”. “¡¿Cómo?!” -Exclamarían las ‘Buenas Conciencias’ que tanto daño han hecho a la humanidad- “¡Difundir entre las inocentes (e influenciables) mentes infantiles poemas de un señor negro, santero, jacarandoso y además comunista!… ¡NUNCA!” Ya nos imaginamos la razón por la que no se ha hecho todavía… Navegamos juntos en el océano de la vida que es la sangre común de un sólo rojo encendido. Unos con pasaje plus y otros moviendo a viva fuerza los remos. No hay más opción: o estás en el barco o fuera de él, “seco y vacío, roto y sin alma” desintegrándote en la playa. El sol no sabe de etiquetas, golpea las puertas de todos los hogares y baña con su luz, sin excepción, todas las testas. Podríamos aprender de él. Si no es posible bailar en ronda “La sangre es un mar inmenso” porque la mentalidad colectiva no ha madurado aún lo suficiente, vale, enseñemos a los niños a DESPRECIAR (al que discrimina), a NO TOLERAR (la intolerancia) y a CENSURAR (a la ominosa y vil censura). Todos vamos en la misma barcaza... (Tomado de Poéticous.)
Alfredo Jiménez
2 añosEl presente poema es una suerte de ronda infantil, plena de inocencia y por lo mismo, pletórica de sabiduría. Todos los niños del mundo deberían bailarla haciendo una rueda inmensa, como esa muralla que propusiera el mismo Nicolás Guillén en otro brillante poema. O como ese plato enorme como la luna, para el almuerzo de todos, del que hablara Pablo Neruda. Todos estos, símbolos de fraternidad. No importa el tono de la piel, alma y sangre no cambian de un ser humano a otro: Transparente la primera, roja la segunda en todos los casos. A la mal llamada "nobleza" un fantasioso irresponsable le atribuyó hemoglobina de mejillón o de ostra: ¡Azul! Hemos visto correr la sangre derramada de príncipes y reyes en arranques de suprema justicia y notamos con sorpresa el carmín impactante igual a todos. Colorada como "el color del colorado". Pero a lo largo de la historia han corrido interminables ríos de sangre de esclavo, de víctima domeñada, de patriota, de estudiante y de obrero. Ha sido tanta que ha teñido la mar océana de color remordimiento. Vayamos todos, junto al Poeta de Camagüey a remar en trabajos forzados... Todos somos galeotes condenados por el "orden mundial". Por cierto la Santa Hermandad sigue pisando los talones a un Caballero de Triste Figura... (Tomado de Poéticous.)