¡Oh, Camagüey hermoso Asilo venturoso Do entre luz y armonía Mi cuna se meció: Tu nombre tan querido Vibra como un gemido De infinita tristeza Dentro del corazón!
Deja que en dulce llanto Bañe el recuerdo santo De aquella historia íntima Que a ti mi vida unió, ¡Son tan dulces los lazos Que en estrechos abrazos Unen al ser que siente Al suelo en que nació!
Deja en la altiva nave Su perfume süave Solo un grano de incienso Que ante el altar humeó; Y el alma generosa Su esencia más preciosa En el lugar primero Donde feliz vivió.
Tus bosques seculares, Tus índicos palmares Guardan aun las notas De mi primer canción; Tus perfumadas brisas, El eco de mis risas Mezclan de tus rüidos Al plácido rumor.
Guardan impenetrables Tus selvas venerables Su virgen vestidura, Su prístino matiz; Y vagan quejumbrosos En sus sombras, medrosos Los manes del indígena Tu habitador feliz.
Yo escuché su lamento: Curioso movimiento Del bosque a la recóndita Entraña me llevó, Y, como en templo augusto, Santo pavor y susto Bajo sus sombras lóbregas Mi ser sobrecogió.
De niño, en tu llanura De perenne verdura, Tranquilo discurriendo, Llena el alma de luz, Miré tus horizontes Y tus erguidos montes Al lejos confundirse Entre tu cielo azul.
No hay un lugar siquiera De bosque o de pradera, Augusto, o apacible, Que ignore yo de ti: Aún resuena en mi alma El rumor de tu palma, Que con el viento en íntimos Coloquios sorprendí,
Tu serena mañana Con sus nubes de grana, Tu tarde melancólica, Tu arroyo gemidor, Dieron al alma mía Sus luces, su armonía, A mi espíritu aliento, a mi garganta voz.
Fui criado a tu seno, De rica savia lleno; A mí, como a tus bosques, Tu vida alimentó. De tu savia la esencia En rítmica cadencia Por mis arterias late Como en tu cedro en flor.
¡Oh! no con tanto anhelo El niño ternezuelo Al maternal regazo Tiende, como a ti yo! ¡Cuántas veces, soñando, Ensueño dulce y blando, Por misteriosas sendas Hasta ti me llevó!
¡Patria de mis mayores! De tu sol los fulgores Alumbraron los días De mi grata niñez; ¡Oh, Camagüey amado, Que no me niegue el hado Calentarme a sus fuegos En mi fría vejez!
Habana, 1875.
Nota de El Camagüey: Se ha modernizado la ortografía. Incluido en Revista de Cuba. Periódico mensual de ciencias, literatura, derecho y bellas artes. Director: Dr. José Antonio Cortina. Tomo II. La Habana, La Propaganda Literaria, 1877, pp.556-558. Tomado de Poesías de Esteban Borrero Echeverría. La Habana, Imp. La Económica, 1878, pp.11-15.
Genial...¡Patria de mis mayores!
De tu sol los fulgores
Alumbraron los días
De mi grata niñez;
¡Oh, Camagüey amado,
Que no me niegue el hado
Calentarme a sus fuegos
En mi fría vejez!
Comentarios
Juan Esperón Díaz
3 añosEntrañable, conmovedor, y muy oportuna su divulgación hoy, felicidades
María Antonia Borroto
3 años@Juan Esperón Díaz Igualmente.
Pedro De Jesús López Acosta
3 añosSe agradece
María Antonia Borroto
3 años@Pedro De Jesús López Acosta Gracias a usted.
Luisa María Ferrá Gómez
3 añosGenial...¡Patria de mis mayores! De tu sol los fulgores Alumbraron los días De mi grata niñez; ¡Oh, Camagüey amado, Que no me niegue el hado Calentarme a sus fuegos En mi fría vejez!
Alma Flor Ada
3 añosConmovedor, tan sincero y sentido, permite reconocer cada momento y lugar de su inspiracion ... gracias por publicarlo
El Camagüey
3 años@Alma Flor Ada Gracias por la fidelidad, y feliz año nuevo.